En el complejo mundo de las divisas, muchas monedas de economías emergentes —como la rupia india, el real brasileño o el yen japonés— tienden a depreciarse frente a las divisas de países desarrollados. El dólar estadounidense, el euro o el franco suizo actúan como refugios financieros. Sin embargo, una moneda ha desafiado esta lógica en los últimos años: el peso mexicano.
Desde la pandemia de 2020, el peso ha mostrado una sorprendente resistencia. Tras caer a más de 25 unidades por dólar en marzo de aquel año, se ha recuperado de forma sostenida. La semana pasada, alcanzó los 16,5 pesos por dólar, su nivel más fuerte desde 2015. Y el 21 de abril de 2025, se ubicó en 19,59, en un contexto de tensiones entre la administración Trump y la Reserva Federal. Desde la reelección del presidente estadounidense, el peso se ha apreciado más de un 5%.
Pero esta fortaleza, lejos de ser unánimemente positiva, plantea una disyuntiva para la economía mexicana.
Por un lado, una moneda fuerte reduce el costo de las importaciones, beneficia a los consumidores y es una señal de estabilidad que atrae inversión extranjera. Refleja confianza en el rumbo económico del país y fortalece su perfil ante los mercados internacionales.
Por otro lado, un peso demasiado apreciado puede afectar la competitividad de sectores clave como el automotriz, el agrícola y el textil, que dependen en gran medida de las exportaciones. Para estos sectores, vender productos al exterior se vuelve más difícil cuando sus precios se elevan por efecto del tipo de cambio. El encarecimiento de las exportaciones podría traducirse en menores ingresos, ralentización de la producción y, eventualmente, pérdida de empleos.
A este escenario se suma la incertidumbre global generada por las políticas de Donald Trump. El presidente ha amenazado con imponer aranceles del 25% a todos los productos mexicanos y canadienses si no se frena el flujo de drogas y migración hacia EE. UU. Incluso ha dejado abierta la posibilidad de aranceles contra la Unión Europea, lo que ha generado inestabilidad en los mercados de divisas. En contraste, el Reino Unido podría beneficiarse de una exención, impulsando a la libra esterlina.
El oro, tradicional refugio en tiempos de turbulencia, ha reaccionado en consecuencia: el lunes alcanzó un nuevo récord de 2.830,74 dólares por onza, reflejando la creciente incertidumbre en torno al comercio internacional.
En suma, el fortalecimiento del peso mexicano refleja una economía más confiable y atractiva, pero también presenta desafíos internos. La moneda nacional puede ser tanto una bendición como un obstáculo, dependiendo de quién mire: consumidores, exportadores o inversionistas.